ENSAYO

11/22/2006

Título: ...................................................

Hoy día fue un día muy feliz para mí… Hace tiempo que no sentía esa sensación de libertad, obvio que todavía no lo estoy, pero por un momento logré percibirla, fue en ese instante cuando volví a recordar como era antes.
Me llevaron de paseo a mí y a unas cuantas compañeras más de reunión a un valle no muy lejos de aquí, donde tenía un río muy grande y profundo. Ahí me bañé un rato y cuando estuve ahí empecé a darme cuanta que ese lugar me sonaba algo familiar, sentía que había estado por ahí antes… ¡claro que lo era!... estaba absolutamente en lo correcto.

Ha como un kilómetro de ese río estaba el lugar donde cometí un gran homicidio, en ese mismo lugar fue donde asesiné a Pedro… el marido de mi hermana… a ese pequeño infeliz e insignificante criatura, lo maté como a un gusano aplastado literalmente.
Yo fui su amante durante catorce largos años de mi vida, se notaba que me pertenecía mucho más a mí que a Claudia, se mostraba que estaba enamorado de mí y no de ella.
Pero igual decidí matarlo por haber sido tan cobarde, por no haber enfrentado la verdad en el momento en que le dije que le iba a contar todo a Claudia.
El quiso negarlo todo, tratándome como a una pobre loca, desquiciada e infeliz.

Así que decidí vengarme… esa noche lo llamé para “despedirme” de él, no lo quería ver más porque no aguantaba más la situación. Le pedí que nos juntáramos en un lugar muy escondido y lejano para que así nadie nos pudiera encontrar. Le pedí que nos juntáramos en un cementerio de autos que se encontraba casi saliendo de la ciudad.

A las 12.30, tal como se lo había pedido, estaba ahí esperándome, se mostraba algo nervioso, estaba parado en la mitad de pura basura y restos de autos, yo lo veía por detrás, estaba oculta dentro de una grúa, cuando de repente, clic! Moví la palanca y dejé caer un auto que estaba todo destrozado encima de él.

Sabía que él nunca se atrevería a mirar hacia arriba, nunca lo hacía cuando debía enfrentar algo, así que prácticamente era imposible que lo hiciera esta vez.
Fue ahí cuando lo maté, fue ahí cuando sentí esa felicidad y satisfacción que nunca antes había podido sentir, fue ahí donde me di cuenta que lo quería hacer una y otra y otra vez porque no estaba arrepentida y todavía no lo estoy… de hecho estoy orgullosa de mí por haberme atrevido.

Al haber recordado eso noté que tenía una pequeña sonrisa en mi cara, claro que todo cambió cuando volví hacia la prisión y mi doctor me tenía una pequeña “sorpresa”. Era un reportaje muy interesante de la persona que lo había escrito.
Este reportaje narra sobre la envidia y celos entre hermanas, es un caso muy frecuente que se da, sobre todo en las mujeres.
Como en mi caso, donde yo tenía una hermana menos y bueno, desde que éramos pequeñas siempre ella deseaba lo que yo ya tenía, desde los regalos de navidad hasta mis amigas.
Yo a los 25 años me casé con Pedro, obviamente el no fue la excepción.
Lo único que Laura deseaba era que finalmente ella se quedara con él y yo sola, ese era siempre su objetivo, de toda la vida.

Una mañana me entero de un asesinato tan trágico, que es como las películas de terror.
Prendí la televisión y veo en las noticias que un cadáver fue aplastado por un auto que le cayó encima. Este auto estaba elevado por una grúa a más de 20 metros de altura.
El cuerpo fue reconocido y no era nada más y nada menos que Pedro, mi marido muerto.
Fue aplastado como un gusano, triturado y despedazado en 30 piezas.

En ese momento no supe que hacer, solo recuerdo que sentí mucho dolor y rabia porque además de saber que nunca más iba a poder verlo, sabía quien era la culpable y que ella era mi hermana.

Y así fue, esa misma tarde se encontró a la culpable, yo lo único que quería era que pagara hasta los últimos días de su vida, quería que se arrepintiera de ser así.

Laura solo logró que al final ninguna de las dos pudiéramos ser felices, yo me quedé viuda, sola, triste y dolida, sé que nunca podré superar todo el daño que me hizo.
Pero por lo menos se que ella está pagando esta condena por el resto de su vida que estará llena de envidia.

De hecho ahora debe estar envidiándome al saber que yo escribí todo esto justo detrás de esas rejas que la están manteniendo sin vida.


Maria Ignacia Alvear.

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